Historia x 2 es una historia que no sabemos como va a seguir, uno escribe una parte y otro la sigue por dónde le parece y así se va construyendo. Para leerla recuerda que siempre estás viendo en la parte superior la última publicación. Si es tu primer visita vé primero al primer post. ¡Que lo disfrutes y que sea lo que la imaginación quiera!

domingo, 11 de diciembre de 2011

3.

Parecía que por fin las cartas se daban la vuelta y se enseñaban a la vida, ya no cabía la culpa, no había represión en su cabeza, parecía que la bomba detonada en su psique había propiciado la comunión de su mundo interno con la realidad, por eso ésta se percibía tan extraña, pero tan familiar, así, lo que ella más se había esforzado en esconder arrojándolo más allá de los límites de sus entrañas campaba ahora a sus anchas por sus pensamientos con una impunidad casi insultante, como cuando el culpable sale libre sin cargos. La caja de pandora se había destapado, ya no había censura en su corazón, oscurecido por los golpes que le daba la cruda realidad cada vez que ella quería despertar de ese mal sueño, ¿por qué le tenía que pasar a ella? se enfadaba porque en realidad ser feliz era tan fácil... solo necesitaba una cosa, el dinero daba igual, el trabajo, todo, solo le necesitaba a él, la referencia de su vida y el punto de equilibrio, ¡¡No era justo!! Mientras reflexionaba, le remató su última deducción, se dió cuenta de que el sueño en verdad era lo que había vivido con Alex, ahora simplemente despertó, cayendo de nuevo en su realidad, él la había devuelto allí con su muerte, por eso le guardaba rencor en un punto. Imágenes de sus padres se mostraban en su cerebro a modo de destellos, y por otro lado llamas, llamas de fuego, el último invitado a la siniestra fiesta, pero que quizá sería el último en abandonarla. Todo esto ocurría mientras ella seguía mirando su imagen en el espejo, la cual era fría tranquila, dispersa. Así de golpe, como si se desdoblara, la imagen pareció tornarse independiente, erguida, diferente, ahora parecía que esa imagen le miraba a ella, seria, despreocupada, no hablaba pero le transmitía tantas cosas a Lucía..., aquel rostro tan inexpresivo como siniestro estaba como si no hubiera pasado nada, como si ya conociera la historia, esperaba el resultado sin sorpresas, ya sabía que la felicidad era una utopía, no tenía expectativas de lo contrario por lo que no estaba triste. A Lucía le indignaba que esa mirada la siguiera observando impávida, ausente de toda acción y emoción, las pulsaciones se incrementaban, flashes de fuego y de sus padres reclamaban un sitio preferente en la construcción de sus ideas, su cerebro trabajaba a un 200%, aparecía Alex también, casi podía saborear momentos dulces con él que se desvanecían haciéndole sentir puñaladas de dolor, desgarros que cada vez hacían menos daño, hasta que de repente la serenidad entró en escena, la calma, la estabilidad. Siguió en el espejo, pero tomó el control, ¿ahora quién miraba a quién? Ese espejo ya había provocado demasiado, cogió el frasco de colonia de su padre, ese que había usado desde hace tantos años, esa esencia de muerte y eternidad que tanto la había atormentado en el pasado; lo tiró contra el espejo, que rompió en un estruendo de mil pedazos, tantos o menos como en los que se había quebrado su alma. Aquella imagen observante, desafiante, aquella proyección de sí misma pasó de intimidar a ser destruida en lo que dura el surgir de unos pensamientos. La esencia externa de Lucía desapareció con aquella imagen, murió cuando entendió la eternidad a la que estaba confinada, ahora, perdida la esperanza, perdido el miedo; la mirada de Lucía se volvió oscura, al igual que su corazón. La muerte ya no importaba, a pesar de que todo estaba impregnado con su olor, se respiraba; pero ya había estado caminando sobre ella toda la vida, prueba de ello era cómo estaban las cosas ahora.
De esta manera, sin temores que esquivar, desechó sus recuerdos torturantes, sublimándolos en su propia sangre, desafiando al dolor se infringió seis cortes, tres en cada brazo con uno de los cristales que simbolizaban la victoria del mal sobre su alma, no le dolieron porque ya no se sentía viva, las terminaciones nerviosas ya no transmitían nada a su cerebro, era muy triste, pero a la vez se había vuelto invencible, podía tener la contundencia de un kamikaze japonés, la determinación de una máquina destructora, y lo peor, estaba enfadada, furiosa, pero su piel era fría, hasta su pelo parecía que dejó de brillar.
Se ajustó el vestido negro con el que había dormido, como sí no se lo fuese a quitar en mucho tiempo, se apretó el colgante de Alex al pecho, aferrándose a él tan fuerte como si fueran a fusionarse. Se sentía poderosa y le gustaba. Y salió de la habitación esbozando una sonrisa, preparada para una guerra que sentía, ya había ganado.
Ahora empezaba el juego... el juego de Lucía.

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